domingo, 24 de junio de 2012

Apologia del Delirio y otros Circunstanciales


Un rato contento, un poco triste después. Por donde sea que pegue el viento. Sientes que se apago el Woodstock de tu corazón.
Con su espíritu con llagas, podría levantarte un imperio de delirio y aun en ese estado mirarte con los ojos fijos. Desestabilizarte. Ignorando que adentro debe estar gestándose una guerra, un circo, una anarquía y todo en simultáneo.
Es jugar con fuego, es lamer del filo. Es caminar sobre una cuerda demasiado delgada. 
(Pierde la cordura! Apología del delirio...)
Siempre pasa eso después, sale corriendo tu cabeza, dejando tu cuerpo inerte tirado aquí en la mesa.
El viento te pega en proa. Solo después ves las sutilezas, cuando estas cara a cara con el suelo, sacando tu parte con más coraje. Y ahí estas de vuelta pegando manotazos al aire, sin nada a que aferrarte.
Vas por así con los brazos caídos, volviendo de tu guerra malherido. Y cuesta tanto hacerte sonreír.
Te sientes otra vez un fugitivo. Te das cuenta que perdiste todas aquellas veces que creíste haber ganado.
Deja ya ese eje imperfecto, ese punto vacio donde perdes el control.
Si pasan las horas, si para la lluvia, si pasa este tren. Cual sea tu duda también pasara.

martes, 15 de noviembre de 2011

La memoria reconoce satisfecha que no sabe olvidar


Me perdi sin pedirme permiso
para poderte olvidar.
Pobre de mi, que en un acto torpe de masoquismo,
caigo y te vuelvo a pensar.
Por esas cosas extrañas que se le ocurren al destino,
le pago fianza a tu telefono.  
Y te vuelvo a encontrar de casualidad
donde te estuve esperando por mas dias de los que puedo recordar.
La pantalla tuya que compre
no la quiero cambiar por lo que es de verdad,
te odiara mas y ya sabes lo que pasa.
Que se termino por las cosas que hacen girar a la vida,
lo escuche tantas veces y aun me cuestiono
por que no me aferre, aunque sea de un dedo,
antes de dar el ultimo vuelco. 
Olvidate un rato mas  en mi 
las ganas de esquivarme
que yo voy a irme despues,
solo, sin preguntar.
Un seco adios y mi mirada soberbia, pero
por dentro ni silencio me resiste el pecho. 
El va a estar esperandote del otro lado y
yo volvere con lo mio: mis libros e inventarios. 
Para las doce ya tendre otra victima a cuestas
de mis mentiras piadosas, de mi adios retobado,
de mi memoria depredadora, de mi olvido que recuerda.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Épica Urbana


Nos habíamos escrito hace un par de semanas y acordamos esa noche especialmente por ser un día insignificante, sin lluvia, sin luna llena, sin coincidencias astrológicas, nada. No quería que después me estigmatice ninguno de mis amuletos, otra vez. 
Iba por  la cuarta copa de vino cuando escuche que golpearon la puerta, me sorprendí como cuando uno de los perros escucha un ruido extraño. Tal vez por que lo esperaba precavido, guardando la posibilidad de que no viniera. Acto seguido, humedecí los labios con el malbec y el resto lo arroje al fuego para avivar la llama. Baje.
 Empuje el pesado portón y ahí estaba, con las manos en los bolsillos, esperándome con una sonrisa cómplice, sabiéndose en falta.
-¿Como estas?-pregunto de una vez.
-Decime vos como me veo. Soy el fiel reflejo de lo de adentro.-le respondí, no menos tenso pero aun desafiante. -Nunca vas a cambiar-sonrió.
-Lamentablemente no esta en mis planes. ¡Adelante!
Subí las luces y lo invite a sentarse junto al ventanal. Mientras servía las copas me contaba lo que había hecho durante el día. Me senté enfrente de él y me pregunto que tal había estado mi día, ninguna hazaña más grande que las cosas de siempre, no me acuerdo que invente para alardear. 
Como esos niños que muestran los juguetes a las visitas, le mostré las cosas que estaban más a mano. Los libros, los cuadros, los premios, los fracasos. En eso estaba yo cuando vio sobre el mostrador los estoques, me pregunto si eran solo parte de la decoración. Se sorprendió cuando le dije que practicaba esgrima hace ya medio año.
-No tenes la apariencia de un amante de las armas.-me dijo aun incrédulo. 
-No tengo la apariencia de que me gusten otras cosas tampoco y aun así estas acá.-refute solo para ver como se sonrojaba. 
-Juguemos.-me desafío. 
Le arroje uno de los estoques y tome dos pares de  guantes de un cajón. Le dije las reglas principales. 
-¿A tres toques te parece?-le pregunte. 
-Me parece bien. Es algo sencillo. ¿Por que jugamos? 
-No soy de apostar. No puedo con todos los vicios. Jugamos por secretos si queres.
-¿Por secretos? ¡Hecho! Pero un toque, un secreto. ¡En posición! 
-¿En posición? Soy el anfitrión, ¡eso lo digo yo! Ahora si... ¡En posición!
Después de la reverencia, se me fue todo el amor de la mirada. Recorríamos la sala de extremo a extremo, rodeábamos la mesa, tropezábamos con los sillones. Me llego a tumbar las copas y el vino. 
Intentaba no perder el ritmo ni la postura entre defensa y ataque, pero me desconcentre cuando me enrede con el cordel de la cortina...
-¡Toque! Secreto...
-Te extrañe.
Sonrió.
Relaje los músculos y nos reincorporamos. Comenzamos de vuelta, tome velocidad y coraje, no me gusta perder.
-¡Toque! ¡¿Secreto?!- me exalte. 
-Yo también. 
Sentí un escalofrió por la espalda como cuando veo una avispa.
Volvimos al ruedo. Llegue a tener los zapatos al borde de la chimenea. Era muy rápido, no podía lanzar ninguna estocada certera. Me había comenzado a cansar el brazo cuando...
-¡Una vez mas! ¡Toque!-me toco justo en el pecho. 
-Quiero algo con vos. -así sin vueltas, todo o nada sobre la mesa.
Comenzaba el contraataque. Me iba a quedar con mucha rabia en caso de perder. Creo que puse demasiado énfasis por que fue bastante rápido.
-¿Secreto?
-No quiero ilusionarte. Pero tampoco dejarte sin esperanzas. 
Es una virtud esa que tiene para decirte las cosas lastimándote y no. 
El desempate fue lo peor. Demasiado agotador. Capaz por que ninguno de los dos quería perder o tal vez, ninguno de los dos quería quedar completamente desarmado. 
Trómpese con un pliego de la alfombra. Caí. Se acerco hasta dejar mi torso entre sus pies y  me levanto la mirada desde el mentón con la punta del estoque.
-Ultimo toque. El ultimo secreto.
Hice una pausa para pensar bien en lo que iba a decir, lo mire fijo como siempre y confesé...
-No se si me quedan ganas para seguirte esperando. 

martes, 18 de octubre de 2011

El amor en los tiempos de la World Wibe Web

Encontró su auto doblando por la avenida, estacionado en la librería. Una rueda estaba sobre el cordón rozando el lapacho florecido; si él mismo, solo por la vida era símil a un arma de municiones inagotables ni pensar lo que podía hacer ebrio y conduciendo.

Marcado encontró sobre el mostrador el best seller de amor de García Marquez y dedujo donde estaba, por que lo conocía, así como el la conocía a ella. Desmesurados para cualquiera, pero entre ellos, no.

Bajo cinco cuadras por la Pellegrini, cansada en los huesos después de haber estado con tacos todo el día anterior, cruzo de todos modos a la vereda de enfrente para no pasar por la vereda de la casa de una de sus archirivales. Siempre hacían eso cuando eran mas jóvenes y para colmo tenían archirivales de sobra, por toda la ciudad, no era gran cosa caminar por ahí pero interrumpia la ley del menor esfuerzo.

Las paredes siempre negras de humedad y una vereda de baldosas salientes eran la postal de la capilla San Antonio y en medio de todo ese escenario, en el umbral de la puerta de entrada, una guirnalda flúor que seguramente debió haber arrastrado hasta ahí, contrastaba sobre el mármol blanco.

Contuvo un sinfín de insultos y después de un profundo suspiro entro por segunda vez en menos de doce horas a la casa de Dios, esta vez un poco menos elegante, con la mitad del vestido quien sabe en donde, la pintura corrida, y el cabello... el cabello como podía.

El estaba sentado en la tercera fila, mirando fija e inmaculadamente los detalles de una columna que pretendía ser corintia o algo por el estilo. Tenia su traje celeste manchado por donde sea, pero por lo menos había que agradecer que estaba entero. Cuando escuchó los pasos de ella acercándose, volteo de inmediato y se quedo mirándola fijo: los ojos rojos de tanto llorar, su rostro pálido por no dormir nada y un pedazo de torta pegado en las cejas.

-Debo de sacarme el sombrero ante la original idea de venir a pedirle quien sabe que cosa rara a San Antonio.- le dijo creyendo que el no sabia que después de un rato iban a terminar llorando juntos.

-Por que crees que no vino? Por que crees que siempre se va? -le pregunto el con una resaca ya en su ocaso y un aliento de tal dimensión que avivo las velas sobre el altar.

Ella, acomodandose al lado y cruzando las piernas le respondió: -La ultima vez que me preguntaste eso te dije que una persona va, vuelve, pero nunca se queda, por que le pasan cosas con vos que no define o que no se anima a decir.Quizás, tal vez...no es tan fuerte como para jugarsela. Y por que es un eterno pelotudo.

-Y por que no me lo dijiste antes de que lo invite a la fiesta. A veces se me olvida lo de eterno pelotudo.

- La botella que esta vacía ahí abajo me dice que durante un buen rato confundiste esta iglesia con el bar del gringo Almada.

-No comiences a hablar como mi mama que me empieza a doler la cabeza.

-Agradece que no soy tu mama, te denunciaria por sacrilegio si se entera que amaneciste ebrio en la capilla.

-No creo que a estas alturas le sorprenda ni le preocupa. Nunca soy motivo de preocupación para alguien.

-Muy estremecedora tu improvisación melancólica pero de ser así yo estaría en el hotel con mi nuevo marido. El si debe estar con dolor de cabeza.

-Ya comenzas a molestar te cuento. Por que decís nuevo marido si recién es el primero de muchos seguramente.

-Que? No crees en el amor para toda la vida vos?

-El amor para toda la vida no siempre es correspondido. Hay veces en las que uno se queda amando para toda la vida...solo.

-Mientras tenga alguien igual de solo que yo, para que me acompañe con unos tragos, para que charlemos de nuestras hazañas cual capitanes de batallas que se juntan a enarbolar aciertos y defenestrar huidas, para reírnos y ver si de una vez por todas nos instruimos en esto que ya olvide como se llama, yo voy a estar en mi baile y feliz. - termino ella absuelta, como si estuviera viviendo esos momentos en ese instante...

-Espero que no estés bailando y con esa cara mientras una monja te esta sacando fotos con su teléfono detrás del altar. -le dijo el que se había percatado de la presencia de la hermana vestida de blanco que se confundía entre las columnas como si fuese una especie de camaleón divino llevando una actitud de espía tratando de capturar a los "adolescentes pordioseros" .

-Jóvenes paganos usurpadores, retírense de la casa del Señor mi Dios! -exclamo la pobre hermana temiendo que los desacatados sigan con su sesión terapéutica en cuanto llegue el cura párroco.

-Ya nos vamos señora, estoy recién casada y se me olvido este bulto acá. Vos, vamos!

-Muy bien! Agarro esta botellita que es mía y ya nos vamos señora "monjigata".

-Padre! Padre! -se descontrolo la hermana.

-Dios, vamos antes de que me anulen mi matrimonio.

Salieron a las carcajadas tropezando con columnas, helechos y las baldosas salientes. Siguieron por la calle Pellegrini yendo, por las horas, a merendar, cantando canciones de amor, de olvido, de recuerdos y de esas otras cosas que hacen que a pesar de las idas y venidas se haga la voluntad de los buenos amigos.

viernes, 7 de octubre de 2011

Un, dos, tres... cua!


Un telonero a la cuenta de tres reanuda la función y el ultimo acto comienza a interpretarse…

Raciones de amor que quieren evadir al olvido y dos poetas ambiciosos totalmente desencontrados, aun así ninguno se da por vencido y se siguen buscando.Ambos están heridos al vuelo y como dos pájaros enjaulados tienen en mente compartir sus migajas.

Ellos se quieren, se odian, se escuchan, se olvidan, se acarician, se rasguñan, se lastiman y una y otra vez se vuelven a curar.

El lo tiene que cuidar. El lo tiene que entender. El lo tiene que perdonar. El lo tiene que abrazar. El lo tiene que aceptar. El lo tiene que esperar.

martes, 13 de septiembre de 2011

El Pueblo de la Muerte Reversible

 

 

 

Debajo del parral, comiendo semillas de girasol y cazando los rayos de sol en las siestas de invierno; nunca me arriesgaría a decir que sus historias eran producto de su espontanea creatividad, ya que mi abuelo, lo recuerdo hasta el día de hoy, hablaba con el énfasis de alguien que cuenta una anécdota propia. 

Nunca supo precisarme el lugar, me decía que al principio tenia grandes sembradíos de girasoles y algodón y un viento caluroso que azotaba por el norte. En épocas de lluvia, llovía semanas y de épocas de sequia, mejor ni hablar. 

En una noche de esas épocas de lluvia, María de los Ángeles se descalzo, fue hasta la cocina en busca del cuchillo que usaba para trozar las gallinas y con ese practico utensilio, sin dubitar y de un filo, le corto el cuello a su marido. 

A la mañana siguiente, despertó junto con el sol y fue hasta al baño a enjuagarse el rostro. Se alegro por no tener mas las ojeras de días anteriores, pero para estar segura se lavo de nuevo..."-Creo que te debo una disculpas mujer", le dijo una voz. Levanto su mirada y en el reflejo en el espejo, lo reconoció todavía un poco en sueños y susurro: "-Yo también estuve mal." 

En el pueblo de la muerte reversible, no siempre, pero casi, la muerte era la puerta al dialogo. Solución de problemas caseros y de bares. Algunas personas, un tanto impulsivas, recurrían a ella como opción cuando el debate ya no tenia medios para la conciliación. Para la victima, la muerte era lo que para el asesino era el sueño: el tiempo de meditación. Para cuando el asesino despertaba de su sueño, el muerto despertaba de su muerte, con sus mentes y sus almas sumisas y frescas; abiertas al dialogo pacifico en pos de una reconciliación. 

Rogelia, la costurera del pueblo, había asfixiado a su vecina con una carpeta a crochet. Míralas ahora tomando mates lavados como si nada! "-Ya sabes para la próxima vez que no me pagues los remiendos de tus vestidos" y largaban carcajadas...

Estanislao, el panadero, cansado de los sobrenombres que le adjudicaba su hermano, enveneno el bizcochuelo que le preparo para su cumpleaños. Ahora, siempre que juegan al chancho, su hermano lo deja ganar. 

Victoria Campos, la violinista del pueblo, cuando se entero que la amante de su prometido era Celestina Robledo, fue tras esta ultima y con el mismísimo arco del violín la traspaso dándole tiempo únicamente para que la victima susurre un rebelde "cornuda". Lo que motivo a Victoria para que también le corte su cabello rubio ceniza. Ahí estaba Celestina, pelada y todo, aconsejando a mujeres a ir por el buen camino, sin desviarse del mismo con el marido de otra. 

La frase "Te voy a matar" nunca fue tan literal como en este pueblo. Los suicidas, eran un caso a parte, por que como en su caso no había victimario, cada vez que alguien se mataba a si mismo (cosa que sucedía con muy poca frecuencia) no se lo veía por semanas, pero después aparecía profetizando desde otros crímenes, hasta lluvias y porvenires. Caso ejemplar el de Juan Ignacio Extremundo quien volvió  a la vida pregonando el fin de la vida eterna y la muerte caduca, premonición a la cual los habitantes permanecieron inocentemente indiferentes sin comprender la veracidad de tal videncia.

En pos de la construcción de la nueva línea ferroviaria que cruzaría el pueblo, traído del norte como el viento caluroso, llego una tarde el foráneo agrimensor. Extraño por su vestimenta pasada de tiempo, extraño por el teodolito que acarreaba y mas extraño aun por toda la mortalidad que traía en el alma. El desubicado no era otro que Eduardo Herrera.

Eduardo Herrera se hospedo en la pensión de Doña Tita, que de todas las viejas chismosas del pueblo sin dudas era ella la mas popular. No solo contaba los chismes, los apuntaba en una agenda que llevaba a todos lados y luego, cuando llegaba a su pensión, los pasaba en una especie de bibliorato, ordenándolos por fecha, por tipo de chisme y por orden alfabético.No bastaron de muchos días para que los setecientos habitantes se enterasen de las particularidades mas recónditas de Eduardo, todas menos su mortalidad, lo que tarde o temprano le costaría al pueblo su propia continuidad.

Como era de costumbre, todos los días primero de cada mes, Doña Tita iba a lo de Hortensio a comprarle sus hojas de acelga para hacer los fideos verdes que la habían hecho tan querida. No va que a Doña Tita se le escapa casi sin querer queriendo, entre tantos chismes juntos, que Eduardo iría a la chacra de Hortensio a realizar los primeros lineamientos ya que la próxima línea ferroviaria cruzaría por en medio de la propiedad. 

El jueves por la tarde en el que Eduardo llamo a la puerta de Hortensio, este dio luz a los ensayos previos que había elaborado para llevar acabo su crimen. Lo invito a pasar y tomar una medida de caña con ruda que había preparado para parecer amable y luego lo acompaño al fondo de la casa donde Eduardo debía realizar los cálculos pertinentes. Cuando vio que la victima estaba inalterablemente concentrada en su labor, tomo el rastrillo con el que trabajaba la huerta y le traspaso el pecho sin medir las consecuencias de ese particular asesinato. 

A la mañana siguiente, a diferencia de lo previsto, despertó perturbado, mucho mas de lo que había estado cuando se entero de boca de Tita que podría perder sus tierras. Algo le decía que había cometido el peor error de su mísera vida. Fue entonces hasta el fondo de la casa y ahí, para su sorpresa, encontró a Eduardo Herrera sobre el teodolito, desangrando sus ultimas gotas. 

Las leyes misteriosas que regían a este pueblo inmortal habían trazado un limite a la eternidad, prescribiendo su fin en cuanto uno de sus habitantes matase a una persona que no corría con la misma ventaja de poder volver al mundo viviente. La virtud del pueblo se había esfumado junto con el visitante. 

El mismo viento norte caluroso que azotaba el pueblo, inexplicablemente se volvió terriblemente frio, anunciando la llegada de la muerte, la muerte verdadera, de esa que no se vuelve jamás. La muerte fue terminando uno por uno con los habitantes del pueblo. Hubo quienes confiados en que su ser querido despertaría mañana, pasado, el mes que viene; vivieron esperando como quien espera que el pasado se haga presente de vuelta muriendo finalmente de tristeza y nostalgia. Al no tolerar no poder matar a otra persona para arreglar las disputas, los suicidios se incrementaron. En menos de un lustro, del pueblo de la muerte reversible, solo quedaban los recuerdos abandonados en las casas vacías. Sin los ruidos y olores cotidianos, sin chismes que levantar, sin enredos de sabanas, sin picardías tradicionales, sin mañana... lo único eterno era ahora el polvo que se acumulaba en los desgastados muebles antiguos. 

Contaba mi abuelo, que junto con la historia, años mas tarde nació la leyenda de que María de los Ángeles, embarazada de tres meses, logro exiliarse antes de que la muerte la encuentre y dio a luz al único sobreviviente que tubo el pueblo fuera de su territorio. Del mismo, nunca supo la muerte y por lo tanto estaba bendito en eternidad y quien sabe que fue de su destino.

Para cuando terminaba yo estaba con mi cara inmutable mirando como una hormiga llevaba piedritas a su nicho y escuchaba que decía: "-Claro, que puede no ser real, a menos que creas en la posibilidad de lo imposible." 

Cada vez que visito la casa, que desde hace ya tiempo dejo Don González, debajo del parral, comiendo semillas de girasol y cazando los rayos de sol en las siestas de invierno; un viento norte caluroso me acerca su olor a vino blanco y tabaco. Yo sonrío, me siento en su mecedora y comienzo a contarles su historia.

domingo, 17 de abril de 2011

Sala de Espera Universal

Hoy inauguro, uno de mis mayores logros, la Sala de Espera, para esperas intensivas y de las otras. Cómodamente organizada en un pequeño espacio, gentiles butacas y paredes completamente blancas invitan a la pausa, a la espera. El local atenderá de lunes a sábados, los domingos deberán esperarnos un día nada mas. Ya me estaba olvidando! Ofreceremos a parte de nuestros servicios por hora y por mes, turnos alargados de hasta años.

En la sala de espera, cualquier persona podrá venir a hacer uso de nuestros servicios:

Los de amores imposibles podrán venir a esperar y a resignarse o no.

Los que nunca esperaron podrán sentir la deliciosa sensación de hacerlo.

Los que extrañan esperar, también tendrán cobijo para su nostalgia.

Los que están aburridos de esperar la llamada de alguien con la mirada fija en el empapelado de su departamento, podrán usar el del local y así dejar ese monótono lugar.

Los padres que quieran enseñar a sus hijos la necesidad de aprender a esperar encontraran material didáctico recopilado por el personal.

Ya puedo ver una muchedumbre haciendo cola para esperar. Sera un verdadero crisol de esperas…La espera inaguantable. La espera descontrolada y fría. La espera triste, desgarradora. La espera ansiosa. La espera previsible.

Hay necesidad de esperar. Por que por no esperar nos estamos olvidando de quienes somos, de que podemos hacer. Esperar para mi es pensar. Y si pensamos antes de hacer las cosas, cuan mejor nos salen. Cuanto mas nos descubrimos. Y si será plena la sensación de descubrirse, de encontrarse. Para valorarnos a nosotros mismos y recuperar la confianza. Para valorar a las personas que quisiéramos tener a nuestro lado, esperando junto a nosotros por toda la eternidad.

Boat

“Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.”J.L.B.