martes, 15 de noviembre de 2011

La memoria reconoce satisfecha que no sabe olvidar


Me perdi sin pedirme permiso
para poderte olvidar.
Pobre de mi, que en un acto torpe de masoquismo,
caigo y te vuelvo a pensar.
Por esas cosas extrañas que se le ocurren al destino,
le pago fianza a tu telefono.  
Y te vuelvo a encontrar de casualidad
donde te estuve esperando por mas dias de los que puedo recordar.
La pantalla tuya que compre
no la quiero cambiar por lo que es de verdad,
te odiara mas y ya sabes lo que pasa.
Que se termino por las cosas que hacen girar a la vida,
lo escuche tantas veces y aun me cuestiono
por que no me aferre, aunque sea de un dedo,
antes de dar el ultimo vuelco. 
Olvidate un rato mas  en mi 
las ganas de esquivarme
que yo voy a irme despues,
solo, sin preguntar.
Un seco adios y mi mirada soberbia, pero
por dentro ni silencio me resiste el pecho. 
El va a estar esperandote del otro lado y
yo volvere con lo mio: mis libros e inventarios. 
Para las doce ya tendre otra victima a cuestas
de mis mentiras piadosas, de mi adios retobado,
de mi memoria depredadora, de mi olvido que recuerda.