domingo, 13 de noviembre de 2011

Épica Urbana


Nos habíamos escrito hace un par de semanas y acordamos esa noche especialmente por ser un día insignificante, sin lluvia, sin luna llena, sin coincidencias astrológicas, nada. No quería que después me estigmatice ninguno de mis amuletos, otra vez. 
Iba por  la cuarta copa de vino cuando escuche que golpearon la puerta, me sorprendí como cuando uno de los perros escucha un ruido extraño. Tal vez por que lo esperaba precavido, guardando la posibilidad de que no viniera. Acto seguido, humedecí los labios con el malbec y el resto lo arroje al fuego para avivar la llama. Baje.
 Empuje el pesado portón y ahí estaba, con las manos en los bolsillos, esperándome con una sonrisa cómplice, sabiéndose en falta.
-¿Como estas?-pregunto de una vez.
-Decime vos como me veo. Soy el fiel reflejo de lo de adentro.-le respondí, no menos tenso pero aun desafiante. -Nunca vas a cambiar-sonrió.
-Lamentablemente no esta en mis planes. ¡Adelante!
Subí las luces y lo invite a sentarse junto al ventanal. Mientras servía las copas me contaba lo que había hecho durante el día. Me senté enfrente de él y me pregunto que tal había estado mi día, ninguna hazaña más grande que las cosas de siempre, no me acuerdo que invente para alardear. 
Como esos niños que muestran los juguetes a las visitas, le mostré las cosas que estaban más a mano. Los libros, los cuadros, los premios, los fracasos. En eso estaba yo cuando vio sobre el mostrador los estoques, me pregunto si eran solo parte de la decoración. Se sorprendió cuando le dije que practicaba esgrima hace ya medio año.
-No tenes la apariencia de un amante de las armas.-me dijo aun incrédulo. 
-No tengo la apariencia de que me gusten otras cosas tampoco y aun así estas acá.-refute solo para ver como se sonrojaba. 
-Juguemos.-me desafío. 
Le arroje uno de los estoques y tome dos pares de  guantes de un cajón. Le dije las reglas principales. 
-¿A tres toques te parece?-le pregunte. 
-Me parece bien. Es algo sencillo. ¿Por que jugamos? 
-No soy de apostar. No puedo con todos los vicios. Jugamos por secretos si queres.
-¿Por secretos? ¡Hecho! Pero un toque, un secreto. ¡En posición! 
-¿En posición? Soy el anfitrión, ¡eso lo digo yo! Ahora si... ¡En posición!
Después de la reverencia, se me fue todo el amor de la mirada. Recorríamos la sala de extremo a extremo, rodeábamos la mesa, tropezábamos con los sillones. Me llego a tumbar las copas y el vino. 
Intentaba no perder el ritmo ni la postura entre defensa y ataque, pero me desconcentre cuando me enrede con el cordel de la cortina...
-¡Toque! Secreto...
-Te extrañe.
Sonrió.
Relaje los músculos y nos reincorporamos. Comenzamos de vuelta, tome velocidad y coraje, no me gusta perder.
-¡Toque! ¡¿Secreto?!- me exalte. 
-Yo también. 
Sentí un escalofrió por la espalda como cuando veo una avispa.
Volvimos al ruedo. Llegue a tener los zapatos al borde de la chimenea. Era muy rápido, no podía lanzar ninguna estocada certera. Me había comenzado a cansar el brazo cuando...
-¡Una vez mas! ¡Toque!-me toco justo en el pecho. 
-Quiero algo con vos. -así sin vueltas, todo o nada sobre la mesa.
Comenzaba el contraataque. Me iba a quedar con mucha rabia en caso de perder. Creo que puse demasiado énfasis por que fue bastante rápido.
-¿Secreto?
-No quiero ilusionarte. Pero tampoco dejarte sin esperanzas. 
Es una virtud esa que tiene para decirte las cosas lastimándote y no. 
El desempate fue lo peor. Demasiado agotador. Capaz por que ninguno de los dos quería perder o tal vez, ninguno de los dos quería quedar completamente desarmado. 
Trómpese con un pliego de la alfombra. Caí. Se acerco hasta dejar mi torso entre sus pies y  me levanto la mirada desde el mentón con la punta del estoque.
-Ultimo toque. El ultimo secreto.
Hice una pausa para pensar bien en lo que iba a decir, lo mire fijo como siempre y confesé...
-No se si me quedan ganas para seguirte esperando.