domingo, 24 de junio de 2012

Apologia del Delirio y otros Circunstanciales


Un rato contento, un poco triste después. Por donde sea que pegue el viento. Sientes que se apago el Woodstock de tu corazón.
Con su espíritu con llagas, podría levantarte un imperio de delirio y aun en ese estado mirarte con los ojos fijos. Desestabilizarte. Ignorando que adentro debe estar gestándose una guerra, un circo, una anarquía y todo en simultáneo.
Es jugar con fuego, es lamer del filo. Es caminar sobre una cuerda demasiado delgada. 
(Pierde la cordura! Apología del delirio...)
Siempre pasa eso después, sale corriendo tu cabeza, dejando tu cuerpo inerte tirado aquí en la mesa.
El viento te pega en proa. Solo después ves las sutilezas, cuando estas cara a cara con el suelo, sacando tu parte con más coraje. Y ahí estas de vuelta pegando manotazos al aire, sin nada a que aferrarte.
Vas por así con los brazos caídos, volviendo de tu guerra malherido. Y cuesta tanto hacerte sonreír.
Te sientes otra vez un fugitivo. Te das cuenta que perdiste todas aquellas veces que creíste haber ganado.
Deja ya ese eje imperfecto, ese punto vacio donde perdes el control.
Si pasan las horas, si para la lluvia, si pasa este tren. Cual sea tu duda también pasara.