martes, 18 de octubre de 2011

El amor en los tiempos de la World Wibe Web

Encontró su auto doblando por la avenida, estacionado en la librería. Una rueda estaba sobre el cordón rozando el lapacho florecido; si él mismo, solo por la vida era símil a un arma de municiones inagotables ni pensar lo que podía hacer ebrio y conduciendo.

Marcado encontró sobre el mostrador el best seller de amor de García Marquez y dedujo donde estaba, por que lo conocía, así como el la conocía a ella. Desmesurados para cualquiera, pero entre ellos, no.

Bajo cinco cuadras por la Pellegrini, cansada en los huesos después de haber estado con tacos todo el día anterior, cruzo de todos modos a la vereda de enfrente para no pasar por la vereda de la casa de una de sus archirivales. Siempre hacían eso cuando eran mas jóvenes y para colmo tenían archirivales de sobra, por toda la ciudad, no era gran cosa caminar por ahí pero interrumpia la ley del menor esfuerzo.

Las paredes siempre negras de humedad y una vereda de baldosas salientes eran la postal de la capilla San Antonio y en medio de todo ese escenario, en el umbral de la puerta de entrada, una guirnalda flúor que seguramente debió haber arrastrado hasta ahí, contrastaba sobre el mármol blanco.

Contuvo un sinfín de insultos y después de un profundo suspiro entro por segunda vez en menos de doce horas a la casa de Dios, esta vez un poco menos elegante, con la mitad del vestido quien sabe en donde, la pintura corrida, y el cabello... el cabello como podía.

El estaba sentado en la tercera fila, mirando fija e inmaculadamente los detalles de una columna que pretendía ser corintia o algo por el estilo. Tenia su traje celeste manchado por donde sea, pero por lo menos había que agradecer que estaba entero. Cuando escuchó los pasos de ella acercándose, volteo de inmediato y se quedo mirándola fijo: los ojos rojos de tanto llorar, su rostro pálido por no dormir nada y un pedazo de torta pegado en las cejas.

-Debo de sacarme el sombrero ante la original idea de venir a pedirle quien sabe que cosa rara a San Antonio.- le dijo creyendo que el no sabia que después de un rato iban a terminar llorando juntos.

-Por que crees que no vino? Por que crees que siempre se va? -le pregunto el con una resaca ya en su ocaso y un aliento de tal dimensión que avivo las velas sobre el altar.

Ella, acomodandose al lado y cruzando las piernas le respondió: -La ultima vez que me preguntaste eso te dije que una persona va, vuelve, pero nunca se queda, por que le pasan cosas con vos que no define o que no se anima a decir.Quizás, tal vez...no es tan fuerte como para jugarsela. Y por que es un eterno pelotudo.

-Y por que no me lo dijiste antes de que lo invite a la fiesta. A veces se me olvida lo de eterno pelotudo.

- La botella que esta vacía ahí abajo me dice que durante un buen rato confundiste esta iglesia con el bar del gringo Almada.

-No comiences a hablar como mi mama que me empieza a doler la cabeza.

-Agradece que no soy tu mama, te denunciaria por sacrilegio si se entera que amaneciste ebrio en la capilla.

-No creo que a estas alturas le sorprenda ni le preocupa. Nunca soy motivo de preocupación para alguien.

-Muy estremecedora tu improvisación melancólica pero de ser así yo estaría en el hotel con mi nuevo marido. El si debe estar con dolor de cabeza.

-Ya comenzas a molestar te cuento. Por que decís nuevo marido si recién es el primero de muchos seguramente.

-Que? No crees en el amor para toda la vida vos?

-El amor para toda la vida no siempre es correspondido. Hay veces en las que uno se queda amando para toda la vida...solo.

-Mientras tenga alguien igual de solo que yo, para que me acompañe con unos tragos, para que charlemos de nuestras hazañas cual capitanes de batallas que se juntan a enarbolar aciertos y defenestrar huidas, para reírnos y ver si de una vez por todas nos instruimos en esto que ya olvide como se llama, yo voy a estar en mi baile y feliz. - termino ella absuelta, como si estuviera viviendo esos momentos en ese instante...

-Espero que no estés bailando y con esa cara mientras una monja te esta sacando fotos con su teléfono detrás del altar. -le dijo el que se había percatado de la presencia de la hermana vestida de blanco que se confundía entre las columnas como si fuese una especie de camaleón divino llevando una actitud de espía tratando de capturar a los "adolescentes pordioseros" .

-Jóvenes paganos usurpadores, retírense de la casa del Señor mi Dios! -exclamo la pobre hermana temiendo que los desacatados sigan con su sesión terapéutica en cuanto llegue el cura párroco.

-Ya nos vamos señora, estoy recién casada y se me olvido este bulto acá. Vos, vamos!

-Muy bien! Agarro esta botellita que es mía y ya nos vamos señora "monjigata".

-Padre! Padre! -se descontrolo la hermana.

-Dios, vamos antes de que me anulen mi matrimonio.

Salieron a las carcajadas tropezando con columnas, helechos y las baldosas salientes. Siguieron por la calle Pellegrini yendo, por las horas, a merendar, cantando canciones de amor, de olvido, de recuerdos y de esas otras cosas que hacen que a pesar de las idas y venidas se haga la voluntad de los buenos amigos.